lunes, 5 de octubre de 2020

“El IVA generalizado a todos los bienes y servicios tiene un fundamento de equidad”


GOH

Para Catalina Hoyos, socia fundadora de goh y líder de la práctica de Derecho Tributario, se necesita una reforma tributaria

Para atender la emergencia del covid-19 y sus efectos, el Gobierno Nacional se vio obligado a aumentar su gasto y su deuda, lo que ha puesto sobre la mesa la necesidad de implementar en el país una nueva reforma tributaria. Catalina Hoyos, quien además de ser cofundadora en la firma GOH dirige la práctica de Derecho Tributario, habló sobre la necesidad de una reforma tributaria que incluya la generalización del IVA a todos los bienes y servicios y la eliminación de beneficios fiscales.

¿Qué elementos son fundamentales a la hora de diseñar un plan de política fiscal?

Varios. Hay que tener en cuenta que las políticas son una labor eminentemente regulatoria y que con posterioridad deben ser llevadas a la práctica. Parece obvio, pero a veces pasa que los ejecutores no están de acuerdo con las políticas y terminan por ponerles trabas hasta anularlas en la práctica.

Hay que verificar quiénes son los destinatarios de la política a establecer. Si se trata de un grupo que deba asumir un gravamen, hay que cuestionarse sobre por qué ese grupo, y no otro. En el caso de los beneficios, que en lo posible deberían evitarse, hay que verificar que efectivamente se trate de un grupo vulnerable que requiera una especial protección. También hay que evitar arbitrajes regulatorios y atentados contra la libre competencia. Las políticas fiscales deben fomentar la competencia y la competitividad.

Es importante también medir los efectos de la política y tener claro que el carácter general de la ley puede terminar por establecer una misma regla para situaciones muy distintas que deberían tener también tratamientos distintos.

En resumen, hay que encontrar un balance entre el fin querido y los medios empleados.

¿Cómo ve el régimen fiscal y tributario en Colombia?

Hay muchos aspectos por mejorar y por cambiar, pero sería injusto no reconocer el trabajo que se ha realizado, particularmente en los últimos 10 años. Aún nos falta mucho, tenemos que avanzar en temas cruciales, que van desde la necesaria transformación tecnológica de la Dian; hasta la definición de un estatuto del contribuyente.
Necesitamos hacer mayores esfuerzos recaudatorios y generar cultura tributaria, lo cual pasa no solamente por cambiar la legislación sino los cimientos éticos de las instituciones y de los contribuyentes.

¿Considera necesaria una reforma tributaria? ¿Qué elementos debería contemplar?

En este momento, una nueva reforma tributaria se hace imperiosa. Han saltado debates como la prórroga del impuesto al patrimonio, la eliminación de beneficios tributarios en renta, el establecimiento de impuestos a los servicios digitales o de impuestos “solidarios”. Todas esas medidas generan discusiones y mucho abono para el oportunismo político, pero quizás no sean tan relevantes en términos de recaudo. En cambio, la gran discusión que Colombia tiene que dar es la de la generalización del IVA a todos los bienes y servicios y la eliminación de los beneficios fiscales, que le cuestan al país más de $54 billones. En teoría, tenemos un IVA de 19%, pero lo cierto es que su tarifa promedio no llega a 9%.

Esa discusión del IVA ya se ha dado y no ha pasado en el Congreso...
Los políticos aprovechan y le venden a la gente la idea de que generalizar el IVA y aplicarlo a la canasta familar tendrá repercusiones en los más vulnerables y en la clase media. Lo más fácil es salir a gritar a los cuatro vientos que resulta injusta, inequitativa y desconsiderada una reforma tributaria que pretenda crear un IVA generalizado, para contrarrestar una iniciativa que, por el contrario, tiene un fundamento incuestionable de equidad. Lo que pasa es que eso lo entendemos los técnicos.

Es decir, ¿no es injusto gravar con IVA bienes de primera necesidad?

El IVA solo se vuelve progresivo cuando se aplica a los productos y servicios de manera consistente y generalizada. La razón es más obvia de lo que parece: cuando se exoneran productos esenciales o de la canasta básica, ello beneficia, en mayor medida, a los más ricos.

Si a ello le sumamos que la concepción de la “canasta básica” colombiana, para efectos de definir las exoneraciones del impuesto, ha sido más el resultado de la capacidad de lobby que de una concertación sobre lo que verdaderamente consumen los pobres, tenemos como resultado una mezcla explosiva.

Además, Colombia tiene un régimen de no responsables, que es el de todos los que realizan operaciones por debajo de $10 millones mensuales, cuyas operaciones no se encontrarán cobijadas por el impuesto en caso de que se lleve a cabo una reforma del IVA. Se trata de personas cuyas transacciones, por el diseño propio del tributo, no se encuentran gravadas y que en muchos casos transan en un mercado que prácticamente no tiene IVA, en el cual comercian y consumen a diario.

¿Entonces los más vulnerables no se verían afectados por una reforma del IVA?

No en la forma en que lo quieren mostrar. Los más pobres, e incluso la verdadera clase media de este país, no compran en grandes supermercados ni en sofisticadas tiendas. Colombia, además, tiene una economía informal inmensa y en esa economía informal, bien porque así lo dice la ley o porque sencillamente no hay presencia del Estado, muy poco se oye hablar del IVA.

Sería útil revisar la encuesta de hogares para verificar dónde compran todos esos menos favorecidos en cuyo nombre se ha dado un debate que en la práctica ha terminado por hundir unas propuestas que, por el contrario, tienen un gran trasfondo de equidad. Sin duda, esa revisión nos llevaría a la conclusión de que muchos se muestran abanderados de los más necesitados sin mayor razón, y no tienen en cuenta que incluso los ricos pueden irse a comprar a plazas de mercado donde no les van a cobrar el impuesto. Con o sin reforma, esas personas no pagan ni pagarán el IVA.

¿Cree que habrá muchos cambios en la tributación en los próximos años?

La medida de valor y de intercambio del siglo XXI no es la moneda sino la información y ello tiene que cambiar por completo el panorama tributario en el mundo. Tendremos que diseñar tributos y sistemas tributarios mucho más simples y orientados por la tecnología, en los que muy seguramente vamos a dejar de pagar impuestos con nuestro dinero, para comenzar a pagarlos con información. Yo anticipo que le diremos adiós a impuestos tan complejos como el de renta, al menos en la forma en que lo conocemos hoy, pero ese es otro cuento y quizás me estoy anticipando.






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